La ballena piloto o calderón (Globicephala) es un cetáceo odontoceto de la familia de los delfínidos, el segundo miembro de su familia en tamaño tras la orca. La ballena piloto tiene una cabeza redondeada con un pequeño pico muy leve y una boca curvada hacia arriba que simula una sonrisa. En los machos su frente redondeada puede sobresalir hasta 7 centímetros sobre la mandíbula inferior.
Su cuerpo es largo y robusto, que se va estrechando a lo largo del pedúnculo caudal. Existen dos especies, el calderón común (Globicephala melas) o de aleta larga y el calderón tropical (Globicephala macrorhynchus) o de aleta corta, cuyas diferencias principales son el tamaño de sus aletas y coloración de las mismas y su zona de residencia.
El color de la piel de este delfínido es negro con variaciones hacia el gris carbón, siendo blanco o gris claro en forma de ancla en su zona ventral. La ballena piloto de aleta corta tiene una débil mancha gris detrás de la dorsal simulando una "silla de montar". Su prominente aleta dorsal está fuertemente curvada y sus aletas tienen en forma hoz.
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Los machos son mucho más grandes que las hembras, alcanzando una longitud de hasta 6 metros y un peso de hasta 3 toneladas. Las hembras adultas miden hasta 5 metros y pesan la mitad que los machos.
La ballena piloto se alimenta principalmente de calamares pero también incluye en su dieta pulpos, sepias, arenques y otros peces pequeños. Tiene entre 40 y 48 dientes, pocos en comparación con los 120 con que cuentan muchas otras especies de delfines. Esto puede representar una tendencia evolutiva hacia un menor número de dientes en aquellos que se alimentan principalmente de calamares ya que sus dientes sólo se utilizan para la captura y agarre de la presa. Una ballena piloto adulto puede comer hasta 14 kilos de calamares al día y son capaces de cazar en grupos, coordinándose para concentrar sus presas y hacer más sencilla la caza. Los potentes y agudos silbidos que emiten los calderones parecen estar implicados en la coordinación de esta actividad.
Los machos alcanzan la madurez sexual a los 4,6 metros y 12 años de edad, más tarde que las hembras que la alcanzan entre los 6 a 7 años de edad. La gestación dura aproximadamente entre 12 y 15 meses y el parto alumbra crías de 1,8 metros que pesan alrededor de 100 kilos. Las crías, que nacen principalmente en verano, se alimentan de leche materna hasta que tienen 22 meses. Los machos suelen competir entre sí por las hembras con violentas luchas que implican mordiscos y embestidas. El apareamiento también incluye estas actividades, y algunas hembras, al igual que hacen los tiburones de arrecife, llevan las cicatrices de las mordeduras infligidas por los machos durante la época de cría.
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En general, las ballenas piloto se encuentran tanto en los hemisferios norte y sur, en aguas tropicales y templadas de todo el mundo. Las ballenas piloto de aleta corta tienden a encontrarse en aguas más cálidas, mientras que las aguas frías y templadas más son las preferidas por la variedad de aleta larga. Hay algunas áreas de superposición entre las dos especies, pero se mantienen separados en la mayoría de las áreas. En España podemos encontrar a las ballenas piloto en las Islas Canarias, donde acuden con bastante asiduidad.
Las ballenas piloto son muy sociales y se encuentran más frecuentemente en grupos de 20 a 90 ejemplares. Dentro de estos grupos existen algunas asociaciones estables entre hembras y sus crías. Por lo general hay algunos machos en estos grupos, pero la evidencia genética ha demostrado que estos no son los progenitores de las crías del grupo. Varias crías de un mismo grupo pueden ser engendradas por el mismo macho, lo que indica que un macho puede entrar en un grupo por un breve período y aparearse con más de una hembra.
Debido a su naturaleza social, las ballenas piloto sufren a menudo varamientos masivos. Aunque no se sabe por qué ocurren estos varamientos, se cree que pueden estar relacionados con la persistencia de mantener al grupo unido y que debido a errores de navegación cuando buscan presas, a irregularidades en el campo magnético o a posibles infecciones parasitarias que resultan en trastornos neurológicos que acaban dirigiendo al grupo a la costa y muriendo al no poder volver a mar abierto.
Las cifras de las dos especies de ballenas piloto son desconocidas, y a pesar de que se han agotado en algunas áreas por la pesca masiva, las ballenas piloto no se consideran en peligro de extinción. Es probable que casi un millón de miembros de aleta larga y al menos 200.000 de aleta corta residan en los océanos y mares de todo el mundo. Los seres humanos han aprovechado de la naturaleza social de las ballenas piloto para dirigirlos en numerosos grupos a la playa donde son masacradas.
Cape Cod y Terranova en E.E.U.U, Islas Feroe en Dinamarca, Islas Shetland y Orcadas en Reino Unido, Islandia y Noruega tienen el dudoso honor de ser los países que realizan esta práctica, llenando las bahías de sangre y cadáveres de ballenas piloto para comercializar su carne y utilizar sus huesos para la fabricación de fertilizantes.
El caso más conocido es el de las Islas Feroe, donde cada año se matan un promedio de 627 ballenas piloto, llegando en ocasiones a más de 1.100 asesinatos en solo un mes. La caza, llamada Grindadráp, se realiza entre toda la comunidad y cualquiera puede participar en ella. Los cazadores rodean a las ballenas en un semicírculo y, ayudados por barcos, las atrapan con cuerdas para cortar sus arterias principales con un gancho, tiñendo el mar de sangre.
Aunque sobrevive bien al cautiverio, otra de las amenazas de las ballenas piloto es su uso en muchos acuarios y zoológicos, donde son fácilmente entrenadas mostrando una inteligencia similar a la del delfín mular.