Es muy común escuchar entre los buceadores profesionales, entre las razones para dedicarse al submarinismo en cuerpo y alma, que lo han conseguido gracias a su amor por el mar, a su pasión por la vida marina, a su atracción por los océanos. Muchos de los que sienten seducidos por el mar, gran parte de los buceadores en realidad, se preguntan alguna vez: “¿podría ganarme la vida con el buceo?”
Rafa Herrero Massieu es una de esas personas que han hecho siempre lo posible por estar cerca del mar, dentro del mar en realidad, y conseguir vivir de ello.
“Tengo necesidad de estar en contacto permanente con el mar y la mejor manera de conseguir cubrir esa necesidad era haciéndome cámara submarino”. Rafa, Director y fundador de Aquawork, empresa especializada en filmaciones submarinas, es un experto documentalista de los fondos canarios. Un buceador que apostó por convertir su pasión en su forma de vida.
Con tesón, esfuerzo y sacrificio ha convertido su pasión en su día a día, su amor por el mar en su trabajo.
Sombras en el Azul de Rafa Herrero Massieu
La historia de idilio entre Rafa y el mar empieza a escasos metros de la playa de Las Alcaravaneras, en Las Palmas, donde fue criado. Fue entonces, siendo un niño, cuando empezó a acercarse a sus fondos marinos con un simple tubo y unas gafas, fraguando una pasión que se hizo sólida con el paso de los años.
La evolución en la vida de las personas está hecha a partir de pequeños pasos que terminan por marcar tu futuro. El servicio militar fue uno de esos pasos que Rafa aprovechó, en 1982, para realizar un curso que le cambiaría la vida y le mantendría los siguientes años bajo el agua.
Esa evolución hacia el submarinismo profesional estuvo plagada de retos altamente exigentes. Iniciarse en el submarinismo como buceador de combate no es igual que empezar a bucear como lo hacemos hoy “los primeros buceos fueron de un entrenamiento duro” recuerda Rafa “tras el curso de un mes y medio realicé el resto del servicio militar, 14 meses, en Cartagena. Esos largos recorridos de orientación nocturna, a 3-5 metros bajo la superficie, donde la fosforescencia del plancton creaba un halo luminoso en la oscuridad de la noche, eran mágicos” De ahí a terminar siendo buzo había un pequeño salto y enseguida recibió ofertas. “Mi primer trabajo como buceador profesional fue en una pequeña flota pesquera de 4 barcos en Guinea Conakry, siempre en alta mar, para liberar los enredos de las redes en las hélices. Todavía recuerdo con nitidez una de esas inmersiones, enfrascado en la tarea de liberar cuanto antes los paños de la red cogida por la hélice. Siempre había muchísimos tiburones tras los barcos y no me sentía nada seguro. De repente sentí la mirada de algo detrás de mí, eran tres delfines mulares que se encontraban a escasos dos metros, curiosos. Pasé de ser un ágil buceador a una cosa patosa que no dejaba de hacer movimientos arrítmicos. Me di cuenta de lo mucho que desentonaba en su mundo. Fueron unos segundos mágicos que todavía conservo y que marcaron un inicio muy lejano de mi contacto con los cetáceos.”
Tras años enfrascado en duros trabajos submarinos en obras hidráulicas y muelles, que hicieron crecer aún más su interés por el mundo submarino, empezó a entrar en contacto con la ciencia, despertando esa personalidad naturalista que siempre había tenido pero no había tenido la ocasión de aparecer de manera tan intensa. Fue entonces cuando empezó a colaborar con el instituto de Ciencias Marinas y la universidad de Las Palmas. En ese momento Rafa empezó a tener necesidad de capturar sus momentos bajo el agua, de documentar lo que pasaba en el agua de sus islas. A través su cámara de entonces, una Nikonos V, empezó a ver en sí mismo a un fotógrafo con potencial. Nació en él una gran necesidad. “Fotografiaba todo lo que me encontraba a tiro del objetivo, no me contentaba con ver las cosas, quería saber qué especies eran, de qué modo vivía, cómo se alimentaban y relacionaban”.
Testigo desconocido
Ese afán en descubrir y en documentar, junto con innumerables inmersiones, acabó por convertirse en un libro “Bajo el Azul, fauna submarina de las Islas Canarias”, publicado en 1995 donde Rafa muestra algunas de las mejores fotografías con que contaba hasta la fecha. Rafa quiso mostrar, como reza el prólogo de la obra: “Ese mar, testigo mudo de nuestra historia, compañero eterno de las islas. Ese mar que blanquea en nuestras costas, dejándonos su sabor salino. Ese mar desconocido, pleno de riquezas aún por descubrir".
Rafa supo entonces que su carrera documentando sus islas acababa de empezar y, por supuesto, que no tenía fin. “Mientras preparaba el libro” apunta Rafa “realicé y dirigí el proyecto documental “Canarias bajo el mar”. Esta serie de 10 documentales, que contó con la intensa dedicación de científicos, guías y cámaras, fue dirigida por Rafa. Tras más de 500 inmersiones, crearon un trabajo de documentación tal que consiguió demostrar que las Canarias albergan la mayor variedad de especies marinas de Europa y África occidental. “Este trabajo” continúa Rafa “sembró las simientes de lo que iba a ser mi posterior profesión como cámara y realizador submarino”.
En “Canarias bajo el mar” también participó el cámara submarino Antonio Femenía, que manejaba con una precisión absoluta una carcasa submarina de 120 Kg construida por él mismo y con la que consiguió un sorprendente equilibrio dentro del agua. Tras casi tres meses de expedición por todas las Canarias a bordo de un barco, ambos naturalistas se unieron en una intensa amistad que aún hoy se mantiene y que ha sido importantísima en su evolución como cámara submarino.
En 1996 Rafa tomó otra decisión clave en su vida y que finalmente le ha llevado a la fundación de Aquawork. Ese año se encontraba decidiendo entre abrir un centro de buceo (que estamos seguros hubiera tenido enorme éxito teniendo en cuenta el conocimiento de las islas, su fauna y sus puntos de inmersión) y la oferta que le surgió como gerente en un proyecto de conservación de la foca monje en el Sáhara Occidental. “Sopesé lo duro que iba a resultar el primer año de funcionamiento del centro y cómo la oferta me daba la oportunidad de participar en algo muy interesante. Este proyecto me daba el tiempo necesario para iniciarme como cámara submarino”. Así que, tras mucho estudiar ambos proyectos, solicitó un crédito para comprarse una cámara profesional de vídeo y encargar a su amigo Antonio Femenía la carcasa submarina que tan precisamente había funcionado en los documentales de “Canarias bajo el mar”. “Tener la carcasa le llevó un año de trabajo continuado hasta tenerla totalmente terminada. Consiguió crear una preciosa carcasa de 55 Kg que me ha acompañado durante 8 años” afirma Rafa orgulloso de su elección.
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Rafa es de los que piensan que la pasión por las cosas es innata y viene con cada uno de nosotros en el momento de nacer. Cree que sólo deben confluir pequeños factores que hagan aflorar el talento. Cuando tienes verdadera pasión por algo, en su caso el mar, y necesitas estar en contacto permanente con la vida submarina, no hay más que dar pequeños y constantes empujones para conseguirlo. Primero se convirtió en buceador profesional, para después ser un gran fotógrafo y finalmente, en el presente, convertirse en un cámara submarino que ha apostado por la fundación de su propia empresa.
Para desarrollar su trabajo de la mejor manera posible y evolucionar en su tarea de cámara submarino se ha basado en un método que siempre funciona: ensayo-error “soy de una generación que no tenía las posibilidades de formación que existen en nuestros días, no me quedaba más remedio”. Hoy Rafa se sumerge con dos cámaras Panasonic (HVX200E y HVX201E) de alta definición, una para exteriores y la otra con una carcasa submarina Gates. Y como buen cámara da una gran importancia a la iluminación submarina, para lo que usa 8 focos Varilux de DragonSub.
Tanto para la fotografía como para el vídeo es importante trabajar de la manera más relajada posible. Siempre busca tener tiempo suficiente para sentir y disfrutar de lo que está haciendo. No darás nunca con un artista que haga algo relevante si tiene prisa “Para mi es fundamental disponer de tiempo de sobra para hacer las cosas, para sentirlas y sobre todo disfrutarlas”. Esa línea de trabajo le ha llevado a la realización de producciones documentales en el mar así como diferentes estudios sobre el medio marino. “Hemos trabajado sobre todo para la Administración canaria y para proyectos de naturaleza a través de la universidad de Las Palmas principalmente. En los últimos años colaboramos de forma muy estrecha con la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme en un proyecto a largo plazo que pretende dar a conocer y revalorizar el mar canario como una gran apuesta de conservación basada en su divulgación y el conocimiento”.
Esa pasión de Rafa por el mar le llevó a crear Aquawork más que como una manera de ganarse la vida como una forma de continuar disfrutando del contacto con el mar, de conocer sus islas y de enseñárnoslas. Aunque su trabajo se centra en la filmación en aguas Canarias también ha trabajado en las costas del Sáhara y en Cabo Verde, y no descarta ampliar fronteras “me haría mucha ilusión trabajar en diferentes partes del Planeta. Para mi siempre es un gran reto dar una visión diferente del mar”. Rafa, y los que buceamos allí, sabemos que sus islas ocupan un lugar privilegiado en el planeta, un lugar con una gran biodiversidad, unos paisajes submarinos grandiosos, que cuentan con gran visibilidad, buena temperatura a lo largo de todo el año… ¿qué más se puede pedir?
Podéis disfrutar de los minuciosos trabajos de Rafa a través de internet, que se ha convertido desde hace dos años es su vehículo para poder compartir su visión del mar. Tanto en su perfil de Facebook como en su canal de Vimeo podéis disfrutar de la sensibilidad de un amante de los océanos cuya única aspiración es devolverle al mar una pequeña parte de todo lo que le da y tratar de contagiar su pasión y amor por la vida submarina.