El hundimiento de un barco siempre es una tragedia que se lleva consigo sufrimiento, el descrédito para una nación entera en muchos casos y sobre todo graves pérdidas humanas y económicas. El caso del hundimiento del Umbria, ocurrido durante la II Guerra Mundial, es único. No hay ningún caso en el que la pérdida de un navío de sus características, con una carga tan valiosa, simbolice una derrota y una victoria al mismo tiempo. Pero empecemos por los inicios de este singular barco que el paso de los años le ha convertido en uno de los pecios más valorados del mundo.
El Umbria, botado como Bahía Blanca en 1911, era un carguero alemán de 150 metros de eslora que, tras varios trabajos de transporte entre Europa y Argentina, pasa a manos del gobierno italiano en 1935, adoptando su nombre final. Su capacidad de carga de 9.000 toneladas y hasta 2.000 pasajeros sirvió al ejército italiano durante años para abastecer a las tropas italianas en las colonias del este de África, siendo el paso del Mediterráneo al Mar Rojo hasta Eritrea su trayecto habitual en sus últimos días.
En mayo de 1940, cuando Italia aún era neutral en la II Guerra Mundial, el Umbria se cargó con 360.000 bombas aéreas de entre 15 kg y 100 kg, 60 cajas de detonadores, material de construcción y tres automóviles Fiat Lunga, llevando un total de 8.600 toneladas en dirección al este de África. Los explosivos tenían como destino Eritrea, entonces colonia italiana, y el resto del cargamento se dirigía a diferentes puertos asiáticos. La entrada de Italia en la guerra era inminente y este cargamento estaba destinado tanto a la defensa de sus colonias frente a los aliados como a la posible ampliación de sus territorios por África.
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¿Quieres bucear en el Mar Rojo?
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El 3 de junio de 1940 el Umbria llegó a Port Said, al norte de Egipto, donde cargó con 1.000 toneladas de carbón y agua en un movimiento que buscaba despistar a los aliados, tratando de pasar por un inofensivo carguero. La Royal Navy, que controlaba el puerto, trató de demorar lo máximo posible la entrada del Umbria al Mar Rojo sabedores de la inminencia de la participación de Italia en la guerra apoyando a Hitler y el devastador poder del cargamento del buque italiano. Los británicos eran conscientes de que antes o después esas más de 300.000 bombas serían utilizadas en su contra pero Italia, como país neutral que era, tenía todo el derecho de transportar tanto armamento como cualquier otro cargamento a sus colonias. Los británicos tuvieron que permitir el paso del Umbria, tres días después de su llegada a Port Said, habiendo cumplido el tiempo límite para estar retenidos... pero con la escolta del británico HMS Grimsby.
Tres días más tarde el Umbria entró en aguas de Sudán, muy cerca ya de su destino. Las tensiones entre la Italia fascista y el gobierno de Churchill eran cada vez más evidentes y en otra maniobra para detener la descarga del material bélico italiano, el HMS Grimsby ordenó anclar el Umbria en el arrecife Wingate, frente a Port Sudán, bajo el pretexto de la búsqueda de contrabando. Instantes después 20 soldados del buque de guerra británico HMS Leander accedieron al Umbria para buscar a fondo en cada compartimento del barco en busca de ese contrabando. Tras no encontrar nada punible, se ordenó a los soldados británicos que permanecieran la noche a bordo del Umbria, la entrada de Italia en la guerra era cuestión de horas.
La mañana siguiente, el 10 de junio de 1940, Lorenzo Muiesan, el capitán del Umbria, se encontraba en su camarote escuchando la radio cuando Mussolini anunció la entrada de una acorralada Italia en la guerra: las hostilidades comenzarían a media noche de aquel día. Muiesan, un capitán muy patriótico con una larga experiencia, fue el único en toda la zona que se había enterado de la noticia y supo en seguida que tanto el Umbria como la carga serían usadas por los aliados contra su propio país. No le quedaba otra opción que deshacerse de la carga e inutilizar el navío. En una maniobra de extraordinaria inteligencia, mientras pasaban las horas retenidos por los británicos que aún no sabían que Italia era oficialmente el enemigo, el capitán Muiesan ordenó a su tripulación la realización de un simulacro de salvamento… que era más real de lo que los británicos se pensaban. Mientras los italianos ocupaban los botes salvavidas, el ingeniero jefe, siguiendo las órdenes de Muiesan, abría todas las válvulas del buque para anegarlo y llevar el Umbria al fondo del arrecife. Con la tripulación a salvo, los británicos solo tuvieron tiempo de subirse a su buque y ver cómo el carguero se deslizaba lentamente. Cuando el capitán del HMS Grimsby le preguntó por qué había hecho eso Muiesan le confirmó la declaración de guerra de Italia a Gran Bretaña. Al día siguiente tanto Muiesan como la tripulación del Umbria partieron detenidos a la India, donde pasaron 4 años encarcelados.
La heroica e inteligente maniobra de Muiesan hizo que el navío se hundiera en pocos minutos quedando en barco y su valiosa carga inutilizada en el fondo del arrecife, a unos 30 kilómetros de Port Sudán. El hundimiento supuso una derrota, la primera de los italianos antes incluso de entrar en guerra, pero también una victoria ya que impidieron a los aliados hacerse con su cargamento.
Esta pequeña anécdota en la historia de la II Guerra Mundial ha convertido al Umbria, con el paso de los años, en uno de los mejores pecios del mundo. Muy posiblemente si este barco no tuviese el enorme atractivo que tiene para los buceadores la historia habría quedado en el olvido, pero es una curiosa anécdota que los cientos de buceadores que visitan Sudán cada año recuerdan cuando se introducen en este espectacular pecio.
Buceo en el Umbria
Inmersión por los pasillos del Umbria. Imagen cortesía de ©Hamish Morrison
Tanto la carga intacta del barco como la visibilidad, facilidad de su buceo, profundidad, historia y el peligro que presentan las más de 5.000 toneladas de bombas hacen de este pecio uno de los más interesantes del mundo… que algunos califican sin dudas como el mejor. Es lo suficientemente grande para dar mucho que explorar pero lo suficientemente pequeño como para conocerlo en una sola inmersión. La profundidad a la que se encuentra hace que además se tenga mucho tiempo de fondo y podamos tranquilamente recorrer un enorme pecio con muchos detalles a tener en cuenta que no se encuentran en ningún otro del mundo.
Peces payaso en el Umbria. Imagen cortesía de ©jenick
El Umbria se encuentra casi exactamente como estaba el día que el capitán decidió hundirlo. Apoyado en el arrecife en su lado de babor, a una profundidad mínima de 5 metros y máxima de 36, la exploración de este barco, que nunca recibió trabajos de recuperación de su carga por su peligrosidad, solo tiene en el Mar Rojo un pecio que se acerque a su belleza e interés, el Thistlegorm.
Más de 70 años después de su hundimiento el Umbria forma parte del arrecife Wingate y sus 150 metros de eslora están adornados con corales y anémonas y la vida de que acoge es verdaderamente excepcional. Se puede recorrer de popa a proa, tanto por dentro como por fuera, e incluso acercarte a la bodega donde aún se mantienen las bombas aéreas, principal motivo del viaje del barco. La máxima del buceo de no tocar nada se tiene que cumplir escrupulosamente en el Umbria, esas miles de bombas, aunque no tienen los detonadores instalados, podrían explotar y dicen que su carga sería capaz de destruir Port Sudán, a 30 kilómetros de allí.
Debido a su poca profundidad cuenta con muchísima luz natural que crea unos preciosos efectos a través de los ojos de buey. Tres de las bodegas del Umbria están abiertas y se pueden recorrer fácilmente siendo muy interesantes todas ellas. Podemos encontrar desde 3 grandes clásicos e impresionantes Fiat Lunga que mantienen sus ventanillas a miles de botellas de vino aún con su contenido intacto, los fantasmales restos de la cocina, barandillas cubiertas de esponjas brillantes u hornos de pizza… no en vano que este era un barco italiano.
En casi todos los pecios hay algo que destaca, pero en este el elemento que más llama la atención y que no se puede ver en ningún pecio del mundo son sus 360.000 bombas aéreas, apiladas unas encima otras en cientos de filas que impresionan si uno se imagina qué pasaría si estos dispositivos llegasen a detonar. Otro detalle interesante es la hélice de estribor, a solo 18 metros de profundidad, que da oportunidades para excelentes fotografías de ambiente.
El Umbria acoge una enorme diversidad de fauna submarina. Imagen cortesía de ©Hamish Morrison
La fauna que ha adoptado el pecio como su hogar es extraordinaria. Cangrejos, langostas, peces payaso, pulpos pequeños, bailarinas españolas, pargos, labios dulces, crinoideos, barracudas… Y en el azul es común ver desde tiburones martillo a grises o sedosos o mantarrayas. Un pecio que no deja indiferente a nadie, un peligroso polvorín que el océano se ha encargado de reciclar en un apacible hogar para miles de seres vivos.