El Rosalie Moller es uno de esos restos que dejó la Segunda Guerra Mundial en el fondo del Mar Rojo y que se ha convertido en una delicia para los buceadores más experimentados. Este carguero de 108 metros de eslora transportaba carbón cuando en 1940, cerca de la Isla Gubal, al norte de Hughada, fue bombardeado por dos aviones alemanes.
Por cierto, por si no nos conoces, antes de continuar con el artículo, que sepas que tenemos una colección de camisetas inspiradas en el Mar Rojo única y extra original y otra diseñada para buceadores :-)
Rosalie Moller, uno de los mejores destinos de buceo profundo en el Mar Rojo. Imagen de Hartlepool
El pecio descansa hoy a 50 metros de profundidad con lo que no es apto para buceadores novatos y requiere de experiencia para conocerlo, considerándose un excelente destino para el buceo profundo en el Mar Rojo.
Inicios
Construido en Glasgow por Barclay Curle & Co, fue botado como el "Francis" en enero de 1910 y entró en servicio con la compañía naviera Booth. Se trataba de un carguero de 108.2 metros de eslora con unos motores que le proporcionaban una increíble velocidad de 10 nudos, algo extraordinario para principios de siglo pasado.
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¿Quieres bucear en el Mar Rojo?
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En marzo de 1931 el buque fue vendido a la compañía Lancashire Moller y rebautizado como "Rosalie Moller." Hasta entonces el buque trabajaba alrededor de las líneas costeras británicas y europeas, pero pronto se le encargaron trabajos de carga en China, Shangai y Tsingtao (actual Qingdáo). Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el Ministerio de Transporte reclamó a todos los buques británicos como maquinaria de guerra o apoyo. El Rosalie Moller fue uno de esos buques.
En 1940, el Rosalie Moller fue enviado de vuelta a Liverpool y entraba a formar parte de la Marina Real Británica, encargándosele labores de transporte de carbón galés allá donde se le requiriese. Durante los primeros meses los trabajos del Rosalie Moller, que tenía una capacidad de carga de hasta 4.500 toneladas, se ceñían a Gibraltar y las islas británicas pero poco a poco fue adentrándose más en el Mediterráneo hasta Malta, donde ya había fuertes combates navales con submarinos alemanes.
El mismo destino que el mítico Thistlegorm
En julio de 1941, los motores de Rosalie Moller recibieron una revisión a fondo antes de que se le asignase la tarea que resultaría ser la última. Con 4.680 toneladas de carbón fue enviado a Alejandría y la única manera de llegar, con la ruta del Mediterráneo controlada por el III Reich, era a través de Sudáfrica y subiendo por el Mar Rojo. Tres meses después de partir el Rosalie Moller se encontraba en el Mar Rojo a la espera de permiso para acceder a puerto cuando dos Heinkel He 111, que tenían su base en Creta, se encontraban buscando un buque de grandes dimensiones que enviaba tropas al norte de África. Estos aviones se encontraron de causalidad con dos barcos de transporte, el mítico Thistlegorm y el Rosalie Moller.
El Rosalie Moller fue enviado al fondo del mar 48 horas después del Thistlegorm, llevándose entre ambos naufragios la vida de 11 personas.
50 años desaparecido
Tras la Segunda Guerra Mundial la falta de materias primas llevó a la búsqueda de los barcos hundidos en el Mar Rojo para aprovechar sus cargas y al Rosalie Moller, misteriosamente, se dio por recuperado en los registros… cuando no se había conseguido encontrar.
En diciembre de 1998 una optimista expedición, que dudaba tras un minucioso estudio de que se barco hubiese sido desmantelado tras la guerra, dio con él, casi 50 años después de su hundimiento.
El buceo en el Rosalie Moller
El Rosalie Moller está en buen estado, en gran parte porque no es de los pecios más buceados y por su tardío descubrimiento. Las escotillas de carga han desaparecido dejando al descubierto la carga completa de carbón en las bodegas, ollas y sartenes todavía cuelgan en la cocina y a pesar de que las cubiertas de madera se han podrido, todos los ojos de buey están en su lugar, incluso con el cristal.
Inmersión a través del Rosalie Moller
En el borde de ataque encontramos una pequeña escalera que lleva hasta un precioso silbato de cobre en muy buen estado. El mástil trasero también está intacto así como el timón, a unos 45 metros de profundidad, y una de las cuatro palas de la hélice.
Para explorar la zona de popa se puede acceder a través de la chimenea derrumbada donde se puede ver el boquete que dejó la bomba en el lado de babor y donde aún quedan la cocina y la cubierta de botes salvavidas. Esta es la parte más profunda del pecio.
Es posible penetrar en el pecio a través de las bodegas de carga en la cubierta principal. Estas bodegas tienen 2 niveles y guardan algunas bolsas con carbón. Hay que tener cuidado en el segundo nivel ya que nos encontramos a más de 40 metros y el fondo se puede levantar con facilidad complicando seriamente la inmersión.
Si exploramos la proa de la embarcación podemos llegar al salón de pasajeros y observar el interior de las habitaciones, que hoy se han convertido en el hogar de diversos besugos, juveniles de fusileros, jureles, barracudas y peces cristal. En la cubierta, que cuentan con varias afloraciones de corales y anémonas, encontraremos varios peces payaso, peces león y a primera hora de la mañana acuden atunes a alimentarse de los bancos de juveniles.
El buque no se encuentra en las rutas de buceo regulares y, por desgracia, no disfruta de los altos niveles de visibilidad que ofrecen otros pecios como el Salem Express.