Desde primavera hasta mediados del verano, se produce una de las mayores migraciones animales del planeta, la Sardine Run, una lucha por la supervivencia convertida en un espectáculo de la naturaleza. En esta coreografía, las sardinas no son más que actores secundarios y los auténticos protagonistas son los miles de depredadores que acuden a alimentarse de una inmensa masa de sardinas que forma el mayor banco de peces que se puede encontrar en el océano. En esta migración pueden verse desde potentes ataques de tiburones, a una demostración más de la inteligencia de los delfines, la voracidad de las ballenas o el arrojo de las aves marinas, que se la juegan entrando en un territorio hostil donde compiten con los gigantes del océano. Bienvenido a la Sardine Run, el festín del año.
¿Qué es la Sardine Run?
La Sardine Run es un la mayores migraciones que se producen en la Tierra pero, más que por la distancia que recorren las sardinas Sardinops sagax, es por los miles de millones de estos peces que inician la carrera por la supervivencia en busca de alimento tratando de no ser engullidos. Este enorme banco de sardinas cubre una longitud de más de 7 km de largo, 1,5 km de ancho y 30 metros de profundidad, siendo perfectamente visible desde el aire.
Esta carrera por la supervivencia se inicia en mayo, cuando los huevos de las sardinas eclosionan en las aguas frías de Sudáfrica, principalmente en el Cabo Agulhas, el punto más austral de África, y a lo largo de las costa Este del continente. En un momento dado emprenden su camino alimentándose de enormes cantidades de plancton que surgen desde las profundidades del océano a través del Canal de Mozambique. Esta carrera dura hasta mediados de julio cuando las sardinas que han resistido los embates de los depredadores toman la corriente de Mozambique, que les llevará hasta el Océano Índico.
Cormoranes, delfines y tiburones acuden puntuales al festín del año. Imagen cortesía de ©Dmitry Miroshnikov
Aún no se sabe con exactitud qué ocasiona el inicio de esta migración en masa. Se cree que la temperatura del agua debe caer por debajo de los 21° C para que la migración empiece, e incluso ha habido años (pocos, eso sí) en los que esta carrera no tuvo lugar sin saber bien porqué. Otras causas que se cree que afectan al inicio de la Sardine Run son la fuerza del viento e incluso la presión atmosférica. La unión de estos factores marca el banderazo de salida para que este enorme banco de sardinas empiece a correr por las aguas cercanas a la costa de Sudáfrica, haciéndose cada vez más y más grande según se van sumando miembros con la eclosión de los huevos puestos en las costas de la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal.
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La unión hace la fuerza
Igual que los ñúes y las cebras se arremolinan en el Serengeti y Masái Mara como mecanismo de defensa ante los leones, guepardos o hienas, las sardinas forman un inmenso banco para tratar de poner las cosas difíciles a los depredadores del océano. Según van avanzando y creciendo en su migración más grande es el banco, más se concentran las sardinas, más posibilidades tienen de que el número de ejemplares que llega al Índico sea mayor y así poder continuar con la especie... y volver a Sudáfrica a repetir el ciclo, una y otra vez. Otras de las razones por las que se crean estos grandes bancos es para tener una menor resistencia al agua, una captura de alimento más eficiente y también para tener mayores posibilidades de reproducción.
Los depredadores del océano, igual que las leonas en la sabana africana, saben que atacar un grupo tan grande y compacto de presas requiere de más esfuerzo que la recompensa que se obtiene. La única manera de obtener alimento de estos grupos es a través de una estrategia tan natural como efectiva. ¿Has visto en los documentales las emboscadas que preparan las leonas? ¿Cómo atacan a las presas separándolas del grupo y dirigiéndolas a los miembros más fuertes y expertos? Algo así sucede bajo la superficie de la costa sudafricana, con la inteligencia de los delfines puesta al servicio de muchos otros depredadores.
Un delfín común cercando un banco de sardinas. Imagen cortesía de ©Dmitry Miroshnikov
Los delfines son los causantes de que una simple migración se convierta un espectáculo de la naturaleza y son los responsables de que miles de depredadores se aprovechen de su inteligencia. Cuando los delfines acuden a la Sardine Run, que se sirven de las aves que sobrevuelan el banco y que los delfines ven cuando salen a respirar, empieza la función.
Los delfines (se calcula que 18.000 acuden a esta migración, sobre todo delfines comunes y mulares) se comunican y coordinan entre sí para agrupar a las sardinas en grandes bolas y tener más posibilidades de cazarlos con menos esfuerzo centrándose en un grupo limitado de miembros, igual que los depredadores de la sabana. En ese momento, cuando las bolas se compactan tratando de defenderse, acuden otros actores: cormoranes del cabo (Morus capensis), pardelasy gaviotas se lanzan en masa a 60 km/h para llegar a sumergirse más de 20 metros tratando de pescar, al menos, una sardina en cada inmersión.
Luego entran en escena los tiburones: tiburones cobrizos (Carcharhinus brachyurus), tiburones de puntas negras (Carcharhinus limbatus), tiburones areneros (Carcharhinus obscurus), tiburones toro(Carcharias taurus) y tiburones de aletas negras (Carcharhinus brevipinna) cruzan los bancos con sus enormes bocas abiertas tratando de capturar el mayor número posible de sardinas (y no es de extrañar que se lleven algún ave por el camino). Puede parecer poca comida para un tiburón, pero estas sardinas, las Sardinops sagax, son unas de las más grandes de la especie, llegando a medir hasta 40 cm.
El banco va perdiendo miembros pasados los embates hasta que, pasados un máximo de 10 minutos, la bola de pescado desaparece por completo, ya sea por la participación de todos estos depredadores o la entrada de un actor invitado, el rorcual tropical (Balaenoptera edeni) e incluso en ocasiones ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), que aceleran el fin del acto.
Menos de 10 minutos bastan para acabar con un banco que puede llegar a medir 20 metros de diámetro y ocupar desde la superficie del mar hasta 10 metros de profundidad. En el resto del kilométrico grupo se repite el proceso, con miles de depredadores tratando de debilitar el grupo dividiéndolo en pequeñas bolas a las que poder atacar.
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La Sardine Run es hoy un evento muy popular al que miles de buceadores quieren acudir y ver al menos una vez en la vida. Ya sea buceando o con snorkel este festín anual está teniendo un impacto muy importante en la economía local, siendo uno de los principales atractivos durante el invierno en KwaZulu-Natal. Hay decenas de charters y excursiones de buceo a la Sardine Run organizadas directamente desde Europa o Estados Unidos o a través de empresas de buceo en Sudáfrica. La gran mayoría de ellos tratando de conseguir imágenes como las que ilustran este post.
Ni que decir tiene la enorme dificultad que supone la captura de imágenes como las que nos ha cedido nuestro amigo Dmitry Miroshnikov. Grupos de miles de sardinas cambiando de dirección a velocidades de vértigo, depredadores que no reparan en el buceador y atraviesan los bancos a máxima velocidad, aves que caen desde el cielo con sus afilados picos por delante... y tratando de no meterte en una de estas bolas lo que significaría un buen mordisco involuntario. Pocas ocasiones se puede estar tan cerca de un evento tan extraordinario en la naturaleza, vivir el ciclo de la vida del océano, asistiendo a la supervivencia tantas especies marinas.