Quieras o no, todos los días oyes y lees sobre iniciativas en defensa del océano: reuniones internacionales tratando de poner a gobiernos de acuerdo para reducir emisiones, pueblos que se levantan contra prospecciones marinas, nuevas ideas para acabar con las islas de plástico... ¿por qué tanta urgencia en salvar los océanos? ¿tan grave es su situación? ¿cómo nos afecta su buena o mala salud? ¿qué pasaría si muriese el océano?
1. Tendríamos la mitad del oxígeno...
Esa es la cantidad de oxígeno que consumimos que es producido por el océano... siendo éste un cálculo conservador. Algunas fuentes hablan de hasta un 85% de oxígeno el proveniente del océano. La idea preconcebida de que la mayoría del oxígeno es producido por plantas terrestres y que el Amazonas es el pulmón del planeta es simplemente falsa.
En el océano reside el fitoplancton, unos organismos que, al hacer la fotosíntesis, absorben luz solar y dióxido de carbono despidiendo oxígeno. El problema es que el fitoplancton muere bajo el exceso de radiaciones ultravioleta ante la falta de defensa de la capa de ozono. Así que, la ecuación es sencilla: a menos fitoplancton menos oxígeno en la atmósfera.
Por si éste fuera poco argumento, otro igual de importante: el fitoplancton se encuentra en la base de la cadena trófica oceánica, con lo que la desaparición del fitoplancton supone una disminución del alimento para el zooplancton, repercutiendo la cantidad de alimento disponible para el resto de los organismos marinos... y de nosotros mismos.
Estos microscópicos seres son capaces de crear enormes concentraciones como esas manchas verdes que rodean la isla de Irlanda
2. Respiraríamos una cuarta parte más de CO2
¿Te imaginas que la atmósfera tuviese un 25% más de CO2 del que hoy tenemos? Ese es el porcentaje del total de dióxido de carbono emitido que absorben los océanos. Sin esa capacidad para absorber el calor y el dióxido de carbono sufriríamos unos impactos relacionados con el cambio climático mucho más rápidos y severos que los que ahora experimentamos, con un calentamiento global mucho mayor.
3. Nada nos podría proteger del propio océano
Los seres vivos que forman los arrecifes, barreras de coral o manglares, protegen a cientos de millones de personas de tsunamis y grandes tormentas, frenando la fuerza del propio océano antes de llegar a la costa. Ese exceso de CO2 del que hablamos está destruyendo los arrecifes, habiendo acabado ya con el 50% de algunos de los más importantes como la Gran Barrera de Coral. Si mueren los arrecifes de coral, no habrá nada que frene la fuerza del océano hasta llegar a la costa.
4. Más de 400 millones de personas se quedarían sin empleo
Y eso solo en los países en desarrollo que se dedican a la pesca tradicional y sostenible. Sin el sustento del océano casi un tercio de la población tendría serios problemas para ganarse la vida al no tener otro medio de subsistencia. A ello habría que sumar otros tantos millones de personas que viven del indirectamente del océano, desde hoteles a toda nuestra industria del submarinismo (¿tú bucearías en un océano muerto?)
5. Una cuarta parte de la población mundial sufriría hambrunas
Según la F.A.O. más de mil millones de personas, principalmente de países pobres, dependen del pescado como principal fuente de proteínas. Si el océano muere, millones de personas morirán.
¿Cómo estamos matando el océano y qué podemos hacer para salvarlo?
Con solo seguir estos tres sencillos pasos estaríamos haciendo muchísimo para permitir que el océano conserve el equilibrio que lo ha mantenido con vida hasta hoy. Simplemente debemos dejar de hacer aquellas cosas que están rompiendo ese equilibrio fundamental.
1. Emitimos más CO2 del que el planeta absorbe
El intercambio de CO2 es vital para la existencia de la vida en el planeta. Océanos y vegetación terrestre emiten y consumen CO2, absorbiendo un poco más del que emiten. El problema reside en que con nuestras emisiones de CO2 estamos alterando ese equilibrio, emitiendo mucho más de lo que pueden absorber. Ese exceso acaba en la atmósfera y en el mar, aumentando el PH del agua, haciéndola más ácida y propiciando además el calentamiento del planeta por el efecto invernadero. Estas condiciones matan al fitoplancton y modifican el equilibrio del océano, resultando en un crecimiento de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera haciendo imposible disipar el calor de la Tierra al ritmo necesario.
¿Qué puedo hacer para reducir las emisiones de CO2?
La mayoría del dióxido de carbono que emitimos se debe a la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón o gas natural) para producir electricidad. Si consigues reducir el consumo de electricidad usando el sentido común harás que desciendan las emisiones. Así de simple.
Por sentido común nos referimos a cambiar bombillas tradicionales por las de bajo consumo, poner el termostato a máximo 21º C, acondicionar la casa para que mantenga el calor, no dejar encendidos aparatos electrónicos que no se estén usando... Piensa que cada vez que utilizas un elemento que consume electricidad estás produciendo CO2. No estamos hablando de quedarnos sin electricidad, simplemente de hacer un uso racional.
5 consejos para reducir tus emisiones de CO2
Otra sencilla operación es, para los que usan el coche o la moto, hacer 50 km menos a la semana en el transporte privado y usar el transporte colectivo. De esta manera estarías reduciendo en un 10% las emisiones de CO2. ¿Puedes hacer el enorme esfuerzo de ir un día a la semana en metro, autobús o tren? Ya es un avance.
2. Consumimos pescado de manera irresponsable
Cuando hablamos de no romper el equilibrio natural nos referimos, entre otras cosas, a no interferir en la cadena trófica del océano. Así que teniendo en cuenta que el 75% de los stocks pesqueros están totalmente explotados (el 80% en el caso del Mediterráneo), sobreexplotados o agotados parece que no nos lo estamos tomando muy en serio.
Nuestro hambre, el de los que vivimos en occidente, es demasiado voraz para el tamaño del océano. Tras agotar los caladeros en aguas cercanas, las flotas europeas, norteamericanas y japonesas se han ido trasladando a aguas de terceros países cuyos recursos marinos se encontraban aún en buen estado y que dependen de la pesca como alimento y fuente de ingresos. Esos países sólo pueden ver cómo la sobrepesca invade sus aguas para acabar en nuestros supermercados y estómagos. Si continuamos con este ritmo tan voraz acabaremos pronto (hasta el punto de que nosotros mismos podremos verlo) con la vida en el océano.
¿Qué puedo hacer para consumir pescado responsablemente?
Lo principal es informarte sobre la especie, el origen y método de pesca. Con el etiquetado actual no es muy sencillo distinguir zonas y tipo de pesca (si es que en esas etiquetas pone algo) así que siempre puedes preguntar y disfrutar con la cara que te va a poner el pescadero ante la pregunta del "listillo".
¿Qué pescado habría que evitar? Todo aquel procedente de técnicas destructivas, como la pesca de arrastre de profundidad. También deberías saber dónde se ha pescado y si es pescado de temporada. Desde Greenpeace te lo explican bien sencillo en el siguiente vídeo:
Cómo comprar pescado de manera sostenible
3. Nuestro plástico mata
Desgraciadamente el planeta está lleno de gente indeseable capaz de arrojar plásticos directamente al mar o a ríos y que este acabe en el océano, deshaciéndose durante décadas y dañando a centenares de especies marinas. Se estima que más de 400,000 mamíferos marinos mueren anualmente por la ingesta de plásticos y algunos observadores afirman que más de 260 especies, invertebrados incluidos, ingieren plástico o han quedado enredados en elementos plásticos que flotan en la superficie. De nuevo, contaminando el medio marino, estamos desequilibrando la cadena matando a tal número de especies animales, afectando directamente tanto a las que se alimentan de ellos como de las que se alimentan.
¿Qué puedo hacer para reducir el consumo de plásticos?
En tu vida diaria, sin hacer grandes esfuerzos, puedes reducir muy significativamente el uso y producción de plástico. Simplemente evita comprar agua embotellada, usa vasos de vidrio en lugar de plástico, utiliza platos de cerámica o biodegradables, lleva bolsas de tela o reutilizables cuando vayas a la compra, evita comprar juguetes de plástico... con estas simples acciones estarás aportando mucho a la recuperación la salud de nuestro planeta océano.