La primera vez que ves en acción aun pez vela no puedes dejar de maravillarte del dominio de su hocico para alimentarse, de su poder de concentración, capacidad de reacción y velocidad. El alimento de este elegante animal se agrupa en enormes cardúmenes que se mueven, cambian de dirección y sentido de manera vertiginosa.
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No es sencillo obtener alimento ante esta estrategia de defensa. La única salvación es la coordinación. Las sardinas que se encuentren fuera del grupo no sobrevivirán.
Aunque compiten por su alimento con delfines y tiburones, nadie gana en habilidad al pez vela. De un golpe seco saca de uno en uno los peces para, tras comérselo, volver a por más. Los peces vela son insaciables gigantes que pueden sobrepasar los tres metros de longitud y ocupan aguas del Atlántico, Golfo de México, Pacífico e Índico. Gracias a su cuerpo robusto y su enorme y rígida cola en forma de media luna puede alcanzar los 110 km/h y 30 metros por segundo, lo que deja muy pocas posibilidades de los peces que ocupan los cardúmenes, como hemos visto en el vídeo, y solo hasta que el cardumen desaparece o se sacian pararán su caza.
Poco margen para escapar
La potencia de su fuerte y rígida cola es la clave para que este pez pueda alcanzar tales velocidades y la vela, o aleta dorsal, que la evolución le ha proporcionado, hace que sea una especie perfectamente preparada para moverse a grandes velocidades. Si a ello le sumamos su hocico largo, fino y rígido que usa como un campeón de esgrima, vemos por qué a los peces les queda poco que hace más que tratar de entrar en el centro del cardumen.
Pez vela, imagen de CFoceanimages