Dos años antes del primer paseo espacial Jacques Cousteau se encontraba instalando bajo el Mar Rojo una ciudad submarina. Allí 10 oceanautas vivirían durante un mes y experimentarían con su propio cuerpo los efectos de la presión y la falta de luz natural. Era una época dorada para la ciencia ficción. Los cines de todo el mundo estrenaban películas como “Viaje al fondo del mar” o “El hombre anfibio”.
Era 1963 cuando el equipo de Cousteau anclaba en el fondo del mar Conshelf II. Esta serie de instalaciones submarinas tenían el fin de explorar los límites del hombre y ampliar los conocimientos de la vida en el océano. Las instalaciones requirieron del trabajo de 25 buceadores, kilómetros de cableado y 2 toneladas de cemento para afianzar la base en el arrecife. Consistían en dos laboratorios, el primero a 10 metros de profundidad y con capacidad para 5 personas y el segundo a 30 metros. Ambos diseñados para estudiar la vida de dos buceadores durante una semana en grandes profundidades.
El laboratorio principal tenía la forma de una estrella de mar, con grandes ventanales. Allí se llevaban a cabo reuniones, la vida diaria, reconocimientos médicos y se encontraba el laboratorio de biología. Allí también se fumaba sin parar. No en vano estamos hablando de los 60.
La sala contaba con equipos de teléfono para hablar con el Calypso y con el laboratorio profundo. Disponían de pantallas de televisión conectadas con el exterior, manómetros para el control de los gases, cocina y un acceso al mar. Otra estructura se utilizó como hangar para dos submarinos. La colonia de Conshelf II recibía suministros de aire, agua, alimentos, energía, y todos los otros elementos esenciales para la vida (hasta peluquería) por un equipo en superficie en el mítico Calypso.
Conshelf II era la puesta en marcha del experimento lanzado el año anterior, Conshelf I. Esa instalación, llamada “Diógenes”, se situó por el equipo de Cousteau a 10 metros de profundidad en Marsella. Allí los oceanautas se sumergían durante periodos de 5 horas diarias durante una semana. Los dos oceanautas eran revisados por equipos médicos y tras el éxito de este primer paso, aprobada la viabilidad del proyecto, se consiguió financiación para la expedición en el Mar Rojo.
Esta expedición fue financiada en parte por la industria petroquímica francesa. Junto con Jacques Cousteau, esperaba que Conshelf II fuese el inicio de una serie de instalaciones y colonias submarinas autosuficientes repartidas por todo el mundo. Servirían para explorar, pero también explotar, los recursos submarinos. Los experimentos serían útiles a la industria petroquímica para ver las posibilidades de trabajo de seres humanos a esas profundidades en busca de materias primas. Y Cousteau lo utilizó para desarrollar investigaciones sobre la vida marina en un entorno tan privilegiado para ello como fue y sigue siendo el arrecife de Shaab Rumi, en Sudán.
Conshelf II nos enseñó que el hombre puede vivir perfectamente en condiciones de altas presiones por largos periodos de tiempo. Pero que, a pesar de que tienen la capacidad física y psíquica, los seres humanos no están hechos para existir en un mundo sin sol. De hecho los oceanautas tenían que recibir cada día una sesión de 10 minutos de rayos ultravioletas.
En Conshelf II se desarrollaron técnicas que hoy se utilizan para el entrenamiento de astronautas en condiciones de ingravidez. Se estudió exhaustivamente el comportamiento de tiburones, con experimentos en jaulas submarinas situadas a 51 metros de profundidad. También se desarrollaron tecnologías submarinas como los scooters tan populares hoy entre muchos buceadores y que se empezaron a utilizar en esta expedición.
En el campo de la biología marina también se dieron importantes pasos ya que se catalogaron decenas de nuevas especies descubiertas por el equipo de oceanautas. Muchas de ellas capturadas y llevadas al acuario de Niza. También se desarrollaron muchas investigaciones sobre la fauna del Mar Rojo como en el caso de los peces loro gigantes.
Esta expedición supuso un antes y un después en la filmación submarina. Consiguieron imágenes microscópicas de plancton nunca antes vistas y se llegó a descender y filmar hasta los 300 metros en un submarino. Algo que jamás nadie había logrado.
Años más tarde Cousteau se arrepintió públicamente de haber trabajado con la industria petroquímica en este proyecto. Esta industria estaba más interesada en explotar el fondo marino a cualquier precio que en saber más sobre la vida bajo el mar y su conservación. Aún así, el sueño de Cousteau de repartir estas instalaciones por diferentes océanos se paró. Su sueño de averiguar los límites del ser humano bajo el mar, y de sentar las bases de un enorme proyecto de investigación submarina global para aprender a conservar la vida submarina se esfumó en Conshelf II.
Aún así, tras el éxito de Conshelf II, en 1965, cerca de Niza, nació Conshelf III. Fue un nuevo intento de continuar con la aventura Cousteau con una tercera versión que serviría para seguir comprobando los límites del ser humano bajo el agua.
Oceanautas en Conshelf II
A cien metros de profundidad se situó una sala que albergaba a seis oceanautas que vivieron juntos durante tres semanas, lo que puso el punto y final de la gran aventura de Conshelf. El objetivo de Cousteau de instalar bases submarinas en todos los océanos no se cumplió. A día de hoy solo existe una base submarina “Aquarius”, situada en los Cayos de Florida a 20 metros de profundidad. Esta base pertene a la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y está dedicada al estudio de corales, peces y plantas acuáticas.
Conshelf II hoy
Hoy es posible visitar los restos de Conshelf II a través de los liveaboards que operan en Sudán. Nos dan la posibilidad de introducirnos en un pedazo de la historia marina a través del hangar y de disfrutar de la enorme biodiversidad del Mar Rojo. Podrás adentrarte en una de las zonas menos buceadas de la zona e imaginar cómo fue la vida de esos valientes pioneros.
World without sun
Cartel de "A world without sun"
El experimento de Conshelf II fue documentado en la película “World Without Sun”. esta obra maestra, dirigida por el propio Jacques Cousteau y ganadora del Óscar a la mejor película documental, está de momento accesible íntegra en este vídeo.
La película vio la luz en 1964 y obtuvo críticas abrumadoramente positivas. Aunque el documental fue objeto de algunas quejas por "fingir" material de archivo y por haber grabado algunas escenas en estudio, demostró su innovadora propuesta en el ámbito de la filmación submarina. Mezcló la realidad y la ciencia ficción. Como la utilización de los trajes gris metálico de los oceanautas (incluso el propio nombre de oceanauta recuerda hace referencia a exploradores submarinos de ciencia ficción), el uso de scooters submarinos o las escenas finales del sumergible que llega a los 300 metros de profundidad.
Jacques Cousteau también demostró valentía utilizando recursos cómicos en un documental. Como con la entrada en el laboratorio submarino del peluquero Antonio López. O la escena de los ronquidos de los oceanautas y la introducción de un loro, un recurso más de película de piratas que de una película de divulgación científica. Hasta "World without sun" nunca antes se había visto esa calidad de fotografía submarina. Los críticos alabaron los destellos brillantes y mágicos de todo tipo de fauna submarina que aparece en la película y las composiciones surrealistas de animales nunca antes vistos en una sala de cine como los crinoideos.
Fuentes: