Este pecio tiene un aire de misterio capaz de sobrecoger a cualquier buceador. El hundimiento del Salem Express sesgó la vida de 470 personas en 1991 en una de las mayores tragedias marítimas del Mar Rojo. El respeto hacia las vidas de las víctimas debe de estar presente en cada buceador que se acerque a conocer este magnífico pecio, uno de los más controvertidos del mundo. Pero empecemos por el principio.
Originalmente construido en los astilleros franceses de La Seyne, en 1964, la nave fue botada bajo el nombre de Fred Scamaroni en 1966 como ferry para pasajeros y vehículos. Durante los años siguientes el barco tuvo diferentes nombres: Nuits Saint George, Lord Sinai y Al Tahara hasta 1988 cuando obtuvo su último nombre, Salem Express.
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A principios de la década de 1990 el Salem Express operaba como ferry de pasajeros, con base en el puerto de Safaga y en la noche del 15 de diciembre de 1991, el día del desastre, volvía desde el puerto de Jeddah en Arabia Saudita. Volvía muy sobrecargado de vehículos y pasajeros que volvían de la peregrinación sagrada a la ciudad de La Meca. El número de pasajeros a bordo que se estima varía, ya que algunos informes indican que en el barco viajaban 578 pasajeros y 71 tripulantes. Otros informes afirman que el barco transportaba hasta 1.600 personas.
Tanto la fuerza de la tormenta como la oscuridad hicieron muy difíciles las labores de rescate y la velocidad del hundimiento hizo que no se pudiesen utilizar los botes salvavidas apropiadamente, causando la muerte a una gran cantidad del pasaje. La cifra final de muertos se situó en 470.
Cerca de su destino final, Safaga, el Salem Express se encontró a medianoche con una fuerte tormenta que se convirtió en vendaval cuando el barco se acercaba a Hyndman Reef. La fuerza del aire hizo que el Salem golpease la parte suroriental del arrecife abriendo un enorme agujero en el casco y las puertas de entrada de vehículos anegando por completo el barco en cuestión de segundos. En menos de 30 minutos el barco se hundió a treinta metros de profundidad, llevándose con él todas las personas que se encontraban en los compartimentos interiores.
Buceo en el Salem Express
Considerando la magnitud de este desastre y que hace menos de 25 años de su hundimiento, es fácil comprender por qué existe tanta controversia en cuanto al buceo en el Salem Express. No solo la velocidad, las circunstancias del desastre y la incapacidad para poner en marcha plan de rescate, también los factores religiosos, el hecho de que volvían centenares de peregrinos de La Meca hacen que el buceo recreativo en este pecio sea considerado inapropiado para muchos.
Aún así, el buceo en el Salem Express es una experiencia única, diferente a cualquier otro naufragio. Su profundidad se encuentra entre los 12 y los 33 metros y aún podemos encontrar restos personales de los pasajeros como el equipaje, alfombras que utilizaron para los rezos, equipos de música portátiles, incluso bicicletas y sillas de niños. Varios de los botes salvavidas se encuentran en posición vertical e intactos. Se puede atravesar el restaurante, las cubiertas, el así como el puente superior e inferior. En este naufragio es muy importante seguir la máxima de mirar y no tocar nada y respetar los restos que nos podamos encontrar.
En la popa del buque podemos encontrar intactas sus dos grandes hélices pudiendo hacer el recorrido bajo la popa de la quilla hasta la cubierta trasera. La parte más profunda del pecio, a partir de los 30 metros, permite ver los botes salvavidas y las dos chimeneas, donde encontramos dos grandes coronas de flores con una gran 'S' en el centro. El puente de mando también puede verse desde el exterior además de los camarotes a través de los ojos de buey que recorren el casco del barco.
Entrar dentro de la nave es peligroso por la falta de luz y lo largo de sus pasillos con lo que solo buceadores con mucha experiencia deberían adentrarse en él. A través de esos pasillos llegamos a un gran compartimiento de popa, donde aún quedan una camioneta, carretillas y decenas de efectos personales que la gravedad ha amontonado. Siguiendo por los pasillos se encuentran más efectos personales como bicicletas, algún juguete de niño y equipaje.
La vida marina no ha colonizado en gran medida el barco y apenas hay algunos corales y pequeños peces que se pasean por el barco. Podremos ver algún pez ángel emperador, peces sapo, peces payaso o peces ballesta. Quizá la fauna submarina también siente esa tragedia y no considera este un buen lugar para asentar su hogar.