La plaga del pez león en el Caribe está empezando a ser un problema serio para el resto de especies de los arrecifes. Este pez habita las costas del Pacífico e Índico pero fue introducida en las costas estadounidenses, al parecer, tras un accidente en un acuario de Miami que soltó varios ejemplares al Atlántico. Permitiendo así la distribución de esta especie por toda la costa hasta el Caribe. Cuentan con muy pocos predadores debido a sus espinas dorsales venenosas y es un gran y voraz depredador que puede acabar con pequeños peces y moluscos de la fauna caribeña afectando muy seriamente al ecosistema y a la cadena alimentaria. Ya empieza a ser un problema serio en las costas de Colombia u Honduras, afectando directamente a los pescadores locales ya que ven desaparecer algunas de las especies con que comerciaban.
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En el año 2011, en un pequeño arrecife de la costa de Honduras, un grupo de ecologistas comenzó a enseñar a tiburones en el Parque Marino de Roatán a cazar peces león. Un pez león medio muerto fue lanzado en medio de una masa arremolinada de tiburones grises de arrecife. Los tiburones descendían sobre la presa debilitada y en cuestión de segundos desapareció tanto ese pez león como otro que soltaron en medio del frenesí de los tiburones. Esta actitud hizo pensar a los conservacionistas que hay esperanza en la lucha contra el pez león, que ya ocupa las costas del Atlántico Norte hasta más allá del Caribe.
Un estudio de 2009 desarrollado por la Asociación Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (NOAA en sus siglas en inglés) en Bahamas mostró que el pez león se alimenta de más de 41 especies de peces, incluyendo especies de gran valor comercial como el mero y el pargo. También de los peces de los arrecifes que limpian el arrecife de algas y que realizan una valiosa tarea en beneficio de la salud del ecosistema.
El pez león es una especie de gran fecundidad (la hembra puede liberar más de dos millones de huevos cada año) y es ferozmente territorial capaz de expulsar a los ocupantes originales de su territorio nada más descubrirlo.
Pez león en Roatán, Honduras. Imagen de LASZLO ILYES
Se estima que el pez león llegó a Roatán en mayo de 2009 y desde entonces los buzos y los pescadores locales han notado una disminución en el número de peces jóvenes de diferentes especies. Aunque no toda la culpa se le puede echar al pez león, ya que hay otras causas que pueden haber influido en la disminución del número de peces como la caza furtiva y la pesca excesiva, no se están llevando a cabo muchas iniciativas para disminuir la presencia del pez león en la zona. En 2006 la NOAA realizó un estudio en las costas de Florida a Carolina del Norte que reveló que el pez león es la segunda especie más común es estas aguas, poniendo en riesgo la biodiversidad local y alertando a varias organizaciones norteamericanas para controlar su crecimiento e investigar la repercusión de su proliferación en la zona.
En el Caribe, entre las actividades que se están llevando a cabo para frenar su enorme multiplicación se encuentran las inmersiones de caza del pez león donde los participantes llegaron a capturar más de 1.300 peces león en las aguas locales. En muchos casos para convertirlos en alimento para consumo humano.
Buscando equilibrar el ecosistema
Aunque los esfuerzos que puedan hacer los buzos siempre son útiles para acabar con la invasión de peces león, no es suficiente. Necesita encontrarse con un depredador natural con el que conviva y que mantenga a raya el crecimiento de la especie en la zona. "Siempre he mantenido que los tiburones van a resolver este problema", comenta Samuel Gruber, un experto veterano que lleva 40 años trabajando con tiburones en Florida. En el Indo-Pacífico, de donde es originario el pez león, el tiburón se alimenta de ellos sin efectos nocivos para su salud, a pesar de la potente neurotoxina situada en las espinas del pez león y que es muy dañina para otras especies, incluyendo los seres humanos. A pesar de que los tiburones de Roatán no han incorporado en su dieta al pez león, dice Gruber que la formación de los depredadores para alimentarse del pez león no llevará tanto tiempo como pueda parecer. En la década de 1970 él mismo llevó a cabo varios experimentos para comprobar la capacidad de los tiburones de aprender ciertos comportamientos a través de técnicas de condicionamiento.
Siguiendo el ejemplo de Honduras, Gruber planea ahora enseñar a sus tiburones limón en Bimini, Florida, donde también existe un problema serio con los peces león, y cazar así a las especies invasivas. Además, asegura que los tiburones limón pueden hacer mejor trabajo ese trabajo que está llevándose a cabo en Roatán "Los tiburones limón son muy adaptables, son capaces de meter la cabeza en las grietas y succionar lo que se encuentra entre las rocas. No les muerden, directamente les engullen".
Existen limitaciones en este método de control de una especie está fuera de control. Los tiburones de arrecife y el limón no son pelágicos, es decir, se juntan en los pocos kilómetros que forman los arrecifes y no van a mar abierto. E incluso si consiguen que los tiburones se alimenten de pez león, los científicos coinciden en que no es posible exterminarlos a todos. "La erradicación es raramente una opción viable para la mayoría de las especies invasoras, ya que se multiplican muy rápidamente ", comenta Al Dove, un experto en especies invasoras del Acuario de Georgia.
El entrenamiento de los tiburones para alimentarse de estas especies, completamente nuevas para ellos, es la esperanza en Roatán y, de momento, estos esfuerzos parecen estar dando sus frutos. Los últimos informes de buceadores afirman que el número de peces león está descendiendo en zonas donde viven los tiburones entrenados, aunque aún falta por ver si descenderá la plaga en las zonas donde no existe entrenamiento. En abril de 2011, Grazzia Matamoros, el director del parque de Roatán, confirmó que las morenas también están comenzando a consumir pez león. Al final la naturaleza misma suele hacerse cargo de sus problemas, aunque sean causados por nosotros.
Fuente: www.time.com
Más información e imágenes: Antoni Busiello