El Kingston fue un carguero construido en 1871 por la Commercial Steamship Company en Inglaterra. Con un pesado casco de hierro de casi 1.500 toneladas y con 80 metros de eslora, era alimentado por un motor de vapor de dos cilindros, típico de la época de transición de vela a buque de vapor. Este buque fue construido para transportar principalmente carga pero también incluía compartimentos para alojar pasajeros, algo no muy común para la época.
Bucear en este pecio, uno de los más antiguos del Mar Rojo, es bucear en la historia naval. Este pecio es un enlace con los primeros días de los barcos de vapor y con el apogeo del Imperio Británico. A lo largo del siglo XIX el tráfico de barcos de Gran Bretaña a la India se intensificaba cada día y los navíos utilizaban cada vez más el Mar Rojo sobre todo cuando los barcos de vapor empezaron a ser cada vez mayores, con más capacidad de carga y podían navegar a través de los traicioneros arrecifes e ignorar los vientos y difíciles corrientes de este mar. El volumen de tráfico de barcos de vapor que cruzaban el Mar Rojo se fue incrementado año tras año y creció con mayor rapidez cuando el Canal de Suez se abrió a finales de 1869.
Ilustración del entonces innovador KingstonLos primeros barcos de vapor no eran muy eficientes en combustible y tenía que cargar carbón adicional a intervalos regulares con el fin de completar su viaje, por lo que los puertos que dispongan de existencias de carbón comenzaron a surgir en todo el mundo. Adén, en sur de Yemen, se encuentra casi en el punto medio de la ruta de Suez a la India y fue una elección natural para una estación carbonera. El único problema era la falta de carbón en la zona, por lo que tuvieron que traer el carbón de otros lugares, principalmente de Gales que contaba con un carbón de gran calidad, y almacenarlo en Adén.
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¿Quieres bucear en el Mar Rojo?
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El Kingston se cargó en 1881 con 70 toneladas de carbón destino a Adén para abastecer a esos barcos de vapor que tanto lo requerían. Tras sortear con éxito el Atlántico Norte y el Mediterráneo cruzó sin problemas el Canal de Suez hasta que se encontró, en un mar en calma y en teoría perfecto para la navegación, con la cara norte de Shag Rock. El Kingston, que iba a la máxima velocidad que le podían dar sus motores, empezó a hacer aguas inmediatamente. La tripulación fue capaz de mantener a flote el navío durante varios días antes de que se la popa empezase a sumergirse y, finalmente, se hundiese.
Buceo en el Kingston
Hoy se encuentra en la misma posición en la que sucumbió hace ya más de 130 años, con la popa a un máximo de 14 metros y sus calderas pocos metros bajo la superficie. La proa ha desaparecido tras tantos años bajo el mar y sus restos se fueron extendiendo a lo largo de la parte superior del arrecife, pero la popa se encuentra en buenas condiciones. La poca profundidad nos permite además mucho tiempo de fondo y seguro que superas la hora de inmersión fácilmente.
En esta zona la corriente predominante va desde el norte, y se divide para barrer alrededor de ambos lados de Shag Rock. El Kingston se encuentra sólo un poco al oeste de donde la corriente se divide, lo que nos permite bucear con tranquilidad. Su timón y la hélice están intactos y son lo primero que hay que visitar de este pecio. Después seguimos buceando por el exterior de la popa y a lo largo del lado de estribor del barco para subir unos metros y penetrar en el casco. Toda la cubierta de madera ha desaparecido, dejando solo el armazón de hierro.
Tras más de un siglo bajo el agua la profusión de corales blandos y duros es extraordinaria, los restos están completamente cargados de coral en lo que más que una creación humana parece un arrecife natural que lleva allí miles de años. En los restos del Kingston residen todo tipo de peces de colores como peces mariposa, antias, damiselas, peces ballesta, peces loro, cirujanos, peces ángel emperador, estandartes del Mar Rojo… las oportunidades para la fotografía macro son excelentes.
Inmersión en el Kingston
Tras las calderas podemos apreciar una interesante hélice de repuesto que aún se mantiene en buen estado y diferentes accesorios y maquinaria así como aparejos para el amarre y a estribor podemos encontrar sus dos mástiles. Los restos del Kingston no son muy grandes y se pueden ver con tranquilidad, apreciando la calidad del coral que se ha hecho con los restos, y cuando acabes tendrás una sorpresa muy interesante. Buceando con el arrecife a nuestra izquierda empezaremos a recibir una suave corriente que cada vez es más fuerte que proporcionará algo de adrenalina a esta inmersión y que nos permitirá disfrutar del paisaje coralino que forma Shag Rock. Además, con un poco de suerte, podremos ver cómo se acercan delfines y tortugas.